Servir es acompañar en silencio. Sin hacer ruido y sin sentirlo. Vacíos. Pacientes, esperando. Sin prisa. Puestos para el otro. Para que cuando esté listo, pueda y sea capaz de ver con su propia luz. Y es que a veces uno no no se da ni cuenta de que lo que verdaderamente importa, es poderle facilitar un corazón ligero a los demás.