Si tuviéramos que orar por algo en las noches antes de dormirnos, que sea recuperar el entusiasmo y la curiosidad. Que nos devuelvan el deseo profundo de vivir una vida plena, rendidas, aceptantes y agradecidas de poder seguir aquí, siendo testigos del recorrido. Vivir mientras nos morimos, digo siempre, y eso sólo se puede hacer cuando toda incertidumbre es la verdadera oportunidad.