Porque los corazones humanos también tienen sus noches, colmadas de una pasión tan salvaje como la pasión del drama, de la distracción, la insensibilidad, pasiones siempre al acecho... pero a pesar de esas noches, hay también instantes en que salimos de nuestro escondite, de las madrigueras del alma, y nuestro corazón se transforma en movimiento, en comprensión y en amor, para dejar de comerciar con insignificancias y poder empezar a sanar.