Vivimos atrapados eternamente en esa búsqueda de lo siguiente, de lo más osado, del todo del todo porque ya nada nos parece suficiente. Ya no es suficiente con el primer tequila, o con el único tequila, queremos dieciséis; queremos los cuadritos, el choco-hongo, la cornada, la soledad... pura pornografía emocional, sin entender que eso además de ser violento, casi siempre termina con nuestra muerte.