El grado de auto importancia necesario para creer que el universo está, por alguna razón, pensando en nosotros mientras decide el rumbo de nuestras vidas, es proporcional al grado de irresponsabilidad con el que somos capaces de enfrentarla. Al parecer ni teniendo libre albedrío nos parece buena idea comprometernos a decidir y actuar sobre lo que decidimos.