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Romper las cadenas.

           

   

No podemos esperar resultados distintos haciendo
lo mismo, y hacer lo mismo es hacer lo mismo con los mismos de siempre que
brindaron los resultados que supuestamente hoy se buscan revertir. Es estúpido.
El país es demasiado grande y hay un tremendo potencial y capital humano e
intelectual para sacudir las estructuras de poder y lograr verdaderos cambios
sustanciales. No más demagogia.

            Yo
no apuesto a que el movimiento por el cambio sea encabezado por quien toda mi
vida vivió de la miel y el oro con el PAN, ni con el PRI.

Yo apuesto por el cambio diferencial, generacional
pero meritocrático, legítimo, que en los hechos encarne los valores que tanto
anhelamos. No podemos estar bajo el yugo de los impostores que se han
posicionado a la mala en el poder público, por la corrupción, la impunidad y la
mezquindad.

            La
única manera de revertir esa cultura de la mezquindad que sigue funcionando a
gente siniestra, que sabe que le funciona ser corrupta, pagando por puestos y
candidaturas, poniendo a gente más tonta debajo de ellas por miedo a perder
poder y manipulación. La única manera de sacar a esos siniestros que saben que
les funciona ser zalameros e irse a rendir a políticos a cambio de puestos en
el partido y en el gobierno. La única manera de dignificar la política y sus
instituciones es apoyando, empujando a los capitales humanos dignos. No dejando
que siga la lacra creciendo. El país está en juego.

            Pero
necesitamos gente que dé la cara.

            Lamentablemente,
lo que he conocido en la política, ha sido desastroso. Fui a la escuela de
gobierno a prepararme en administración pública y política pública, en México,
en Estados Unidos, en Inglaterra he ido a prepararme en el tema. Nunca pensé
que la realidad en mi país fuera peor de lo que alcanzas a ver por fuera.

            En la política entra lo peor de la
sociedad. Hay fraudes por todos lados, y nadie respeta tu trayectoria, tu nivel
intelectual, tu preparación, porque la desigualdad, la pobreza y la cultura del
sufrimiento solo han potenciado la violencia, el rencor y en juego está la
lucha por el poder. La lucha por el poder es factor de violencia.

            A pesar de todo, existe la sociedad
y la sociedad necesita representación.

            La lacra ha obtenido oportunidad en
expandirse como un cáncer en todo rubro, y nuestras instituciones y nuestros
políticos se han convertido en reflejo de esa lacra, de ahí los índices de
corrupción, impunidad, y falta de credibilidad y confianza que tiene el pueblo
en las instituciones que supuestamente velan y los representan.

            El panorama en el horizonte es
oscuro. Pero al menos lo que sí podemos a comenzar a hacer es informarnos,
empoderarnos, y desde nuestra trinchera potenciar la democracia, fomentar
foros, discusiones, debates, otorgar información para poder tomar decisiones.
Porque una de las decisiones a tomar, fundamental, es qué hacer con Guanajuato
y con el país en 2024.

            En Guanajuato me queda claro que
tenemos que terminar con la dictadura de los mismos que han estado ahí bebiendo
miel y oro y usando a ciudadanos para que los mismos sigan arriba repartiéndose
el poder y simulando democracia y división de poderes, rindiéndole pleitesía a
Zamarripa, el verdadero gobernador.

            LIBERTAD.

            LIBERTAD.

            LIBERTAD.

 

Erick Xavier
Huerta S.