Antes de partir, ese domingo por la mañana, Andrés y Pedro
pidieron a Jesús que les diera las últimas instrucciones a los
nuevos evangelistas, pero el Maestro se negó a ello, diciendo que no
era su responsabilidad hacer algo que otros podían llevar a cabo
perfectamente. Tras su debido debate, se decidió que sería Santiago
Zebedeo quien las impartiera. Al finalizar Santiago su charla, Jesús
se dirigió a los evangelistas con estas palabras: “Salid ahora a
hacer la labor que os ha sido encomendada y, más tarde, cuando
hayáis demostrado que sois aptos y leales, yo os ordenaré para que
prediquéis el evangelio del reino”.