Si es tu primera vez aquí. O si ya has estado, pero como si lo fuera. Te mando esta postal sonora de Nueva York desde la estación de metro de la Calle 14.
En cada parada, se abre la puerta del vagón y penetra el sonido de los músicos que están tocando en el andén. Ellos se quedan fuera, mientras que al tren va subiendo un ejército de zombis, con la cabeza agachada hacia sus teléfonos y el pulgar haciendo cortos y rápidos movimientos por la pantalla. Te bajas en la calle 14. A lo largo de los pasillos de esta estación se reparten unas figuras de bronce, inspiradas en dibujos animados de principios del siglo xx. Entre los rincones y las esquinas aparecen estos personajes ataviados con trajes y sombreros, muchos de ellos cargando sacos de monedas. Rozan el surrealismo porque, en muchos casos, tienen cuerpo humano y cabeza de elefante. Una clara crítica de la corrupción y el capitalismo.
Los puntos suspensivos son sorpresa, intriga, emoción y vértigo. Así es la vida: unos días de buscar y encontrar, de preguntar y responder, de caminar y avanzar, de tomar decisiones con firmeza, de hacer maletas, de aeropuertos, de volar sin planear, de dejar entrar a quienes suman y dejar salir a quienes restan, de apostar sin importarte si vas a ganar o perder... Sin necesidad de tener un destino fijo, porque no es lo mismo estar en la deriva que estar a la deriva. Y es que «dejarse llevar suena demasiado bien». Quizás las matemáticas no ayuden, porque no siempre se cumple lo del “dos más dos son cuatro”. Hay quien prefiere la justicia poética. No tengamos miedo a dar el paso hacia adelante. La distancia se derriba con el movimiento. Y el movimiento se demuestra andando.
Gracias por escucharme. Un abrazo desde Nueva York.