Si es tu primera vez aquí. O si ya has estado, pero como si lo fuera. Te mando esta postal sonora de Nueva York desde la Octava Avenida.
Empieza a nevar de vuelta a casa. Caen los primeros copos de la temporada y recuerdas aquella historia que te contaron sobre Corea. Decía que si ves la primera nevada del año junto a tu pareja, el amor perdurará para siempre. Por eso, en las calles surcoreanas se puede ver por estas fechas a muchas parejas contemplando ese manto blanco albergando la esperanza de que ese amor no se acabará nunca. Hasta el punto de que suelen revisar con anticipación cuándo será esa primera nevada para vivirla juntos. Pero no puedes planearlo todo y esta vez te ha pillado desprevenido. Y solo. Está claro que para ellos la primera vez de muchas cosas tiene un valor más profundo que para nosotros. Y aprecian esos momentos, recordándolos durante toda su vida.
Hay relaciones que son napoleónicas. Cada uno establece su plan de acción, atacamos cuando creemos conveniente y nos defendemos el resto del tiempo. Eso nos impide quitarnos la L de principiantes. Ya hemos aprendido a conducir, pero no sabemos si esto conducirá a algún sitio. Mientras tanto, sigamos circulando con precaución. Esa L que cuelga del cristal trasero es la que marca la diferencia entre levitarnos o evitarnos. Una simple letra. A cada metro que nos aproximamos, tres que nos alejamos. Y, así, en bucle. Separarnos es igual que cuando despegas el papel pintado de la pared. Tiras fuerte, se desprende la mayor parte, pero siempre quedan marcas. Son las cicatrices que te va dejando la vida.
Gracias por escucharme. Un abrazo desde Nueva York.