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Si es tu primera vez aquí. O si ya has estado, pero como si lo fuera. Te mando esta postal sonora de Nueva York desde Astor Place.

A Strand, una de las librerías más famosas de Nueva York, se viene a comprar libros. Obviamente. Pero también a observar a quienes los compran. Ellos hacen de una actividad rutinaria un arte. No son clientes cualquiera de una librería cualquiera. Son los clientes de Strand. Un lugar que ha desbordado los límites de su propio local y se ha extendido hacia la calle, donde multitud de aficionados a los ejemplares de segunda mano se agolpan en las estanterías buscando alguna ganga. Venir a esta parte de la ciudad merece la pena sólo por perderte entre sus libros. Pero también por pasear por su vecina Astor Place, un popular lugar de encuentro para tomar algo o simplemente para observar a los skaters haciendo sus trucos por toda la plaza.

Buscar libros usados es apasionante. Los mercadillos están repletos de ellos los fines de semana. Puedes encontrarte auténticos tesoros amontonados a un precio irrisorio que hoy podría tener un altísimo valor en el mercado. Se convierten en tesoros materiales a los que sentir apego. Porque de lo demás vamos soltando lastre. Pero los libros usados poseen una serie de elementos intangibles que se convierten en recurrentes: fantasear con quién ha sido su dueño, dónde vivía, pensar en qué momento de su vida lo leyó… Hay personas, igual tú eres una de ellas, que sienten verdadera pasión por eso. Es una manera de apropiarte de un trozo de la existencia de los demás. Aunque el juego se te puede ir de las manos. Depende de hasta dónde quieras llegar.

Gracias por escucharme. Un abrazo desde Nueva York.