Si es tu primera vez aquí. O si ya has estado, pero como si lo fuera. Te mando esta postal sonora de Nueva York desde Central Park.
Solían decirte que «el otoño es un estado de ánimo»: a muchos les entristece, aunque para nosotros es motivo de celebración. Es esa época del año en la que las hojas de los árboles caen como si fueran confeti, el ambiente huele a madera y el suelo es una alfombra de tonos ocres. «¿A quién le importa el verano?», piensas en voz alta. Pero no demasiado alta, no vayamos a herir sensibilidades. Te tumbas en el Sheep Meadows, una espaciosa explanada a la altura de la calle 67 donde la gente viene los domingos a tomar el sol. El de hoy es escaso, pero suficiente para tumbarte sobre el césped, cerrar los ojos y pensar con ese poso de satisfacción que no puede haber mejor plan que venir a Central Park. Este oasis de paz en medio de la ciudad, rodeado de rascacielos.
Estabas inmerso en una especie de viaje ortográfico en el que los signos de puntuación marcaban tu destino. Ya llevabas demasiado tiempo asomándote al abismo de los puntos finales, con ese vacío aparejado que provoca la intriga de tantos signos de interrogación. Pero descubres que eres más de puntos suspensivos... La magia de pasar de uno a otro como si fueran tres piedras que colocas en hilera para sortear un riachuelo cuando el caudal no es lo suficientemente abundante para construir puentes. Sin la certeza de poder cruzarlo, pero con la satisfacción de haber encontrado una posible solución. Ese momento en el que no sabes realmente si es el final de un camino o el comienzo de otro.
Gracias por escucharme. Un abrazo desde Nueva York.