Si es tu primera vez aquí. O si ya has estado, pero como si lo fuera. Te mando esta postal sonora de Nueva York desde Chelsea.
La Nacional es un edificio sobrio situado en la calle 14, en pleno Chelsea, con un restaurante en el sótano, una sala para eventos en la planta baja y apartamentos en los tres pisos restantes. Sus escaleras están gastadas de los más de 150 años viendo a tantas personas subirlas y bajarlas. La mayoría españoles que venían buscando un porvenir. Fue el punto de encuentro para los emigrantes que empezaron a llegar después de la guerra de Cuba. Por eso a esta zona se la llamó “Little Spain”, la pequeña España. Un lugar de encuentro como lo fue Velintonia, la casa de Vicente Aleixandre, para los poetas que pasaban por Madrid en los años treinta. Te percatas de que este lugar conserva ese olor a madera gastada tan característico de la ciudad, al subir las escaleras. Uno de sus estrechos escalones cruje. El cuarto empezando desde abajo. ¿Qué harías? ¿Lo pisarías?
Hay páginas en el libro de tu vida que has marcado pero, por más que intentas pasarlas, vuelves a ellas porque el doblez sigue sobre la hoja. Son las que hacen que nuestro mapa afectivo sea una partida de Risk en la que lo importante no es conquistar territorios, sino comprensión. La culpa es una piedra con la que, aparentemente, puedes cargar. Pero muchas piedras juntas son difíciles de transportar. Sin quererlo, nuestra mochila se hace cada vez más pesada. Y, en lugar de descargarla, ocurre lo contrario. Pasan los años y vas dejando jirones por todas las esquinas con las que te has ido enganchando. Te acostumbras e, incluso, haces por rozarte con ellas. Es nuestro gran horror vacui. Pero al miedo hay que mirarlo a la cara. Uno debe reconocer sus temores, y dejarlos aflorar. Solo así podremos expulsar a nuestros fantasmas.
Gracias por escucharme. Un abrazo desde Nueva York.