Si es tu primera vez aquí. O si ya has estado, pero como si lo fuera. Te mando esta postal sonora de Nueva York desde el High Line.
Subes las escaleras que conducen al High Line, una vieja línea de tren convertida en parque elevado. Levitando sobre la ciudad, este surco de raíles, vegetación y bancos es una incisión precisa que camina paralela al río Hudson. A ambos lados hacen contorsionismo un catálogo de modernos edificios proyectados por los arquitectos más innovadores. Es uno de los mejores ejemplos de cómo la ciudad se va transformando. La luz del atardecer golpea en los edificios. A unos cuatro metros del suelo puedes ver cómo el sol se va colando entre sus ranuras, cegándote con los rayos que se escapan. Suspendido, vas avanzando desde Chelsea hasta el Midtown evitando el tráfico y el ruido. Con esta buena perspectiva, te paras para observar los rascacielos de una manera diferente.
Las únicas coordenadas que sigues son las pompas de jabón que están haciendo unos niños que caminan unos metros por delante. Una de ellas se queda flotando ante ti, suspendida en el aire unos segundos. Al poco, la burbuja explota y desaparece. Piensas en lo efímero que es todo. Y aceptas que quizás sea ahí donde radique verdaderamente la belleza. A lo mejor quienes caminan a tu alrededor también estén pensando lo mismo y se hayan contagiado. Puede que por eso ya no te saluden con el rigor que marcan los convencionalismos. Ahora van sonriendo, te miran con una expresión afable y te desean que tengas un buen día. Algo impensable hace un tiempo. Ojalá el mundo se esté convirtiendo ahora en un espacio más amigable.
Gracias por escucharme. Un abrazo desde Nueva York.
