Si es tu primera vez aquí. O si ya has estado, pero como si lo fuera. Te mando esta postal sonora de Nueva York desde Hoboken.
Hoboken es la cuna de Frank Sinatra. En cada rincón de esta ciudad resuenan los ecos del «New York, New York», el himno oficioso de la ciudad, musitado por su vecino más ilustre. Cualquiera puede tararear sus acordes universales. Cruzar a este lado del río, ya en Nueva Jersey, es un gran plan para el fin de semana. Desde su paseo marítimo tienes unas vistas hipnóticas de los rascacielos de Manhattan. No es la típica estampa que hay desde la orilla contraria del Hudson, sino una nueva perspectiva muy poco conocida. Además, cambias de estado, que es como cambiar de país pero sin pasaporte. Los helicópteros sobrevuelan el río. Te cierras la cremallera de la chaqueta, porque hace un frío punzante como cuchillas. Es más intenso ante la ausencia de edificios que te resguarden de la humedad.
A esta hora de la mañana hay muy poca gente por estas calles. Pasas junto al Empty Sky, el monumento que recuerda a las víctimas del 11S en Nueva Jersey. Dos muros idénticos avanzan paralelos, dirigiéndote la mirada a la Zona Cero. Al otro lado del río está el lugar en el que tanta gente perdió la vida. Da igual que el té matcha con vainilla que acabas de comprar en el Starbacks por el que has pasado esté ardiendo. Das intensos sorbos intentando borrar tu nombre del vaso. Mejor esto que aquellas tazas con frases ñoñas de autoayuda. Quizás no sea obligatorio ser tan feliz, como te ordenan los sobrecillos de azúcar de las cafeterías. Con ser ya es suficiente. Si la vida te jode la vida, pues se dice y ya está. Como decía una buena amiga, «la vida no espera».
Gracias por escucharme. Un abrazo desde Nueva York.