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Description

Si es tu primera vez aquí. O si ya has estado, pero como si lo fuera. Te mando esta postal sonora de Nueva York desde el Meatpacking District.

Hubo un tiempo en que Bagatelle era el epicentro de Manhattan: allí era donde pasaba todo. Sobre todo los sábados a la hora del brunch. Durante la semana, multitud de neoyorquinos se obsesionaban con encontrar una mesa en el restaurante de moda en pleno Meatpacking District. Ese tiempo pasó y ahora en ese local hay un concesionario de coches de lujo. Distinto negocio, los mismos clientes. Hay cosas que no cambian en este barrio que hace un siglo era una amalgama de almacenes de carne. Ahora en este lugar se suceden las fotos de Instagram posando con un Bloody Mary. Me gusta pasear por aquí sólo por observar este tipo de conductas contemporáneas. Me da placer. Es como romper las burbujas de aire de los envoltorios, el olor de un libro nuevo o apretar el tubo de la pasta de dientes por la mitad. Es mi particular síndrome de Stendhal, llámame raro.

Queda poca gente que escriba cartas. Solíamos mandarlas en aquella época de nuestra vida en la que los únicos problemas que teníamos eran matemáticos. Eran una manera de purgar nuestros pecados. Había algo de justicia poética en ello, pero dejamos de hacerlo. Bueno, hemos ahorrado tinta, sellos y propósitos de enmienda. Pero seguimos dándole vueltas a la cabeza. La mente es una lavadora en pleno centrifugado. Y tiene pinta de que has puesto el programa largo. «Piensas demasiado», tratas de convencerte. Los sonidos de la ciudad te abstraen. La banda sonora de Nueva York es una amalgama de cláxones de coches, sirenas de ambulancia, silbatos de policía, helicópteros, mastodónticos trailers, el traqueteo del metro bajo nuestros pies y «oh, my God» en cada esquina. Este caleidoscopio sonoro conforma una sinfonía cuyo director de orquesta eres tú.

Gracias por escucharme. Un abrazo desde Nueva York.