A veces me gustaría mirar a la vida como mira el Flatiron a la ciudad. De perfil, agazapado, pero haciéndose grande poco a poco conforme Broadway le va dejando espacio. El Flatiron va cogiendo la confianza que en su día tuvo por ser el edificio más alto de la ciudad. ¡Qué más da vivir a la sombra de otros rascacielos!