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Description

Si es tu primera vez aquí. O si ya has estado, pero como si lo fuera. Te mando esta postal sonora de Nueva York desde el World Trade Center.

Los edificios del World Trade Center se alzan imponentes veinte años después como si nada hubiera pasado. Pero la memoria de la humanidad quiere retener que este fue el epicentro del terror a principios del siglo pasado. Justo donde estaban las Torres Gemelas se mantienen dos grandes agujeros en la tierra, cicatrices donde ahora emergen un par de fuentes rectangulares con los nombres de las víctimas grabados en bronce. Estas fuentes son agua, silencio y ausencia. En el mismo sitio en el que un 11 de septiembre de 2001 hubo hierro, acero y fuego. Son dos grandes cráteres de granito en los que el agua camina lentamente hacia la nada, fiel reflejo de que la vida continúa. «Todo fluye, nada permanece», decía Heráclito. Panta rei. La vida y la muerte concentrados en este mismo punto del sur de Nueva York.

Tratas de descansar al llegar a casa. Desde la megafonía de este salón que es ahora el particular aeropuerto en el que aterrizan puntualmente los pensamientos, una azafata anuncia que ya falta poco para que falte mucho. Quedan lejos los tiempos en los que no planeábamos, sino volábamos. La bandera de este país llamado sofá es la manta con la que te protejes de un invierno que dura ya varios años. Y los recuerdos son el espacio Schengen por el que deambulas sin necesidad de pasaporte. Para viajar a nuestras obsesiones no hay que comprar billete en este infinito domingo por la tarde. Otra vez de manera compulsiva se acomoda en ese particular asiento en primera clase la sensación de que el universo te debe devolver lo que le has dado. “Las expectativas”, te dices exhalando tus propias expectativas como tratando de expulsarlas de la mente.

Gracias por escucharme. Un abrazo desde Nueva York.