Es difícil -si no imposible- pensar hoy nuestra vida cotidiana sin la mediación tecnológica: 124 años nos separan de la aparición del cine, casi 100 años pasaron desde que los locos de la azotea inauguraron en la Ciudad de Buenos Aires la primera transmisión radiofónica de la Argentina, 74 años de Televisión harían temblar al padre de Mafalda que siempre quería disimular “la caja boca” detrás de una maceta. Sin embargo todo parece acelerarse en estos últimos ‘veintipocos’ años. En 1995 fechamos el boom de internet en nuestro país, en 2004 el uso extendido de la web 2.0 o la internet colaborativa. Y qué decir de las redes sociales digitales que desde ese año y a la fecha nos cuesta seguir en su lista vertiginosa: Messenger, LinkedIn, Facebook, WhatsApp, Twitter, Snapchat, Instagram, y el nuevo chico en el vecindario: TikTok…
Sin embargo parece que estar más conectados no equivale a estar más informados sino todo lo contrario, si leemos críticamente la circulación permanente de fake news o noticias falsas que se emiten con la intención deliberada de engañar, inducir a error, manipular decisiones personales u obtener rédito político. Lejos estamos de poder aplicar acríticamente los clásicos modelos de la comunicación, tales como la Teoría de la aguja hipodérmica de Lasswell o la Agenda Setting de McCombs, a esta nueva realidad que combina la masividad de los medios tradicionales con la construcción de múltiples emisores-receptores que cruzan y fracturan las fronteras entre lo individual y lo social. Esta noche le preguntaremos a nuestros invitados: hiperconectados pero... ¿incomunicados? Bienvenidos a La brújula!
