Esta doble confrontación internacional, en momentos en que México enfrenta graves desafíos internos, revela una estrategia de política exterior cuando menos cuestionable. Con la economía necesitando desesperadamente inversión extranjera, con tratados comerciales que dependen de buenas relaciones diplomáticas, y con una crisis migratoria que requiere cooperación bilateral, abrir frentes de batalla con Ecuador y Estados Unidos parece un lujo que México difícilmente puede permitirse.