Cuando el amor se convierte en una cárcel, los carceleros están en todas partes, los sentimientos están confundidos, la esquizofrenia genera desquicio; en el oficio, en el ocio y en el negocio.
Los vicios se inyectan en el odio que nos dio Dios en este mundo perverso de lo micro a lo macro hasta el universo; el odio que tengo lo expulso de mi cerebro, cuando el amor solo te engaña, cuando te daña y te enreda en su telaraña.
El mañana no se sabe si va a salir el sol, va a estar nublado o con chaparrón, tornados, vientos huracanados; hasta se puede morir, calcinado por amor...
En este mal de amor, no sé qué camino optar; si odiar también me encarcela, como quien cela.
Y si no preguntale a Marcela, que se olvidó en un cajón de roble de madera… ¡Quién era!
En esta era cualquiera,
mera coincidencia,
la paciencia.