Todos comemos tres veces al día y procuramos mantenernos bien alimentados para poder estar sanos. Si nosotros no nos alimentamos nos sentimos débiles, sin fuerzas, cansados, con dolor de cabeza, etc. Espiritualmente nos pasa lo mismo, cuando nos alejamos del Señor, interiormente nos sentimos cansados, débiles, irritables, estamos más vulnerables al pecado, etc. Hoy, él mismo Señor Jesús se nos da en su Cuerpo y en su Sangre como alimento que nos da fuerza para vivir con mucha alegría.