Una de las tentaciones sutiles de los hombres es buscar lo aparatoso o lo espectacular. Cuando se tiene de todo en exceso, se corre el riesgo de perder el sentido de admiración de las cosas y de los momentos más sencillos.
Cuando esto se traslada a lo espiritual nos pudiera suceder igual, esperar grandes manifestaciones del Señor. Reflexionemos en el Evangelio de Lc 17, 20-25.