Yo creo que todos queremos experimentar de manera palpable el amor que el Señor nos tiene, todos quisiéramos sentir la presencia de Dios en nuestras vidas. Cuando hemos experimentado alguna situación de dolor o dificultad nos cuesta trabajo reconocer a Dios y podemos llegar a pedirle señales para descubrir su presencia en nuestras vidas; pero hoy, el Señor nos sale al encuentro y nos dice que el más grande signo es la conversión del corazón y su presencia en la Eucaristía. El Evangelio que quiero reflexionar es de Lc 11, 29-32.