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Las inéditas protestas en Cuba advierten un alboroto en El Caribe. La larga crisis haitiana sacudida ahora por la muerte violenta de un presidente no es novedad, simplemente ratifica la fragilidad de un Estado que no depende de si mismo.

En Puerto Rico la crisis económico-administrativa han provocado una emigración masiva ya comparada con aquella de la postguerra que convirtió la ciudad de Nueva York en el municipio más poblado por puertorriqueños.

Es casi cruel decir que esto conviene a la RD pero es la verdad. Cuba que tenía en el turismo su fuerte y que era el gran competidor dominicano no da visos de recuperación y las protestas de ayer indican lo profundo del deterioro. Hay serios problemas de abasto de alimentos, medicina y energía eléctrica.

Cuando leía las noticias esta madrugada recordé el libro de Bosch aquel Póker de Espanto en el Caribe. En que Rafael Leonidas Trujillo en República Dominicana; Anastasio Somoza, Tacho, en Nicaragua; Marcos Pérez Jiménez en Venezuela, y Fulgencio  Batista en Cuba, generaban un ruido parecido aunque diferente en sus orígenes.

La crisis de Cuba, la de Venezuela y la de Haití tienen mucho en común. Cuba superó la crisis de la caída de la Unión Soviética con el financiamiento petrolero venezolano que también le entró un airecito a Haití. Ahora Venezuela tiene su propia crisis y con el presidente Biden manteniendo las medidas de Trump, Cuba está como la película aquella: Atrapada y sin salida.

República Dominicana que ha logrado una recuperación de la llegada de visitantes y ya alcanza el 60 por ciento del 2019, el año antes de la pandemia, es el gran beneficiario de la situación. Es triste pero nos beneficia el mal de los demás.