El día lo amargaba, pero las noches eran aún peores. Él había traicionado a su
más querido amigo. No en privado, no en silencio, sino abiertamente a la vista de todo el
mundo. Ahora ya era demasiado tarde para decir “Lo siento”. Su amigo estaba muerto.
"Copyright Ralph F. Wilson <pastor@joyfulheart.com>. All rights reserved. Used by permission."