Este episodio es muy especial, por la trascendencia que tiene el protagonista del mismo para la historia del flamenco: Don Francisco Amate. Cantaor aficionado que por azares del destino grabó a principios del siglo XX unos cilindros de cera no comerciales en Los Ángeles (EEUU). Estas grabaciones constituyen quizás unas de las pocas muestras que existen de cómo se cantaba el flamenco antes de que aparecieran las grabaciones comerciales.