¿Qué dice de nuestra generación que nos dé más miedo un mensaje incómodo que dejar a alguien en visto? Que el ghosting sea la manera más fácil de decir “no” dice mucho, ¿no?
Preferimos desaparecer, hacer como si el otro fuera un fantasma, antes que enfrentarnos a un “no” claro. Es como si evitáramos el choque para no incomodar, pero al final solo nos alejamos de la honestidad y de nosotros mismos.
A veces actuamos como niños que saben que deberían hablar, pero en vez de eso prefieren esconderse detrás del “modo avión” y esperar que el problema se esfume solo. Sí, un poco inmaduros, pero, ¿quién dijo que crecer era fácil?
¿Y si dejar de huir fuera el primer paso para crecer? ¿Si responder, aunque cueste, es la forma más valiente de decir “me importas lo suficiente para ser sincero”?