Hoy ya es Martes Santo y seguimos adelante en
esta semana santa viviéndola muy cerca de Jesús, acompañándolo, consolándolo y diciéndole
cuanto le amamos.
Jesús aun sabiendo desde antes que Pedro lo iba a negar, lo llamó, lo escogió, lo amó. Es que
Jesús no se enfoca en nuestra debilidad, en nuestro pecado, sino que se
preocupa en amarnos en todo momento, y amar es querer el bien del otro. Jesús
sabe todo lo bueno y lo débil que somos, y nos ama como somos y no ama una versión
ideal de nosotros, sino que nos ama con nuestras fortalezas y debilidades, con
nuestros triunfos y con nuestros pecados. Y el amor exige lo mejor del amado,
su mayor bien y por eso nos impulsa y motiva siempre más a la santidad.