Hoy celebramos Pentecostés, celebramos que el Padre y el Hijo (Jesús) envían al Espíritu Santo. El
Padre y el Hijo se aman de tal manera, que ese amor recíproco, que es el Espíritu
Santo, procede de ambos. El Espíritu Santo es el amor del Padre y del Hijo.
En la 1era lectura de la liturgia de hoy vemos como baja sobre los discípulos reunidos como una llama de fuego
que se posa sobre cada uno de ellos. Es muy significante que sea fuego, ya que
el fuego transforma la materia que toca, y eso quiere hacer el Espíritu Santo, quiere transformar
los corazones en donde habita, inflamarlos del amor de Jesús, purificarnos de
toda mancha de pecado, hacernos dóciles a sus inspiraciones que están ahí para
guiarnos al cielo y devolvernos a la unidad.
Espíritu Santo, Riega
la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
