Que hermoso regalo es la fe, por la cual podemos ver, sentir, escuchar,
abrazar a Jesús. Jesús nos dice hoy en el Evangelio: “Dentro de poco el mundo
ya no me verá, pero ustedes sí me verán, porque Yo vivo y también ustedes
vivirán”. Jesús está vivo, ha resucitado. Es verdad que el próximo domingo celebramos su ascensión al cielo y
ya no sigue aquí en la tierra en carne y hueso, pero si sigue vivo y presente
en sus discípulos, en su Iglesia, en sus sacramentos, en la Eucaristía. El
mundo ya no ve su cuerpo, pero nosotros por la fe si lo vemos porque Él vive.
Y Jesús no solo está vivo, sino que además nos dice que nosotros estamos
en Él y Él en nosotros. Sea donde estemos, donde vayamos, si es que estamos
tristes, alegres, solos o acompañados, preocupados o en paz, desesperados o esperanzados,
no importa como estemos, tenemos la certeza de que estamos en Jesús y Él en
nosotros. Que regalo tener a Jesús en el alma y estar en su corazón. Ese
Sagrado Corazón al que siempre podemos acudir. Ese refugio con las puertas
siempre abiertas a acoger a sus hijos heridos por el pecado.