Es bueno y es normal que la Palabra de Dios rompa nuestros esquemas, que no nos deje cómodos, que nos exija, que nos haga cambiar la forma en que vemos las cosas, que nos haga ver como tantas veces nuestros pensamientos, nuestra justicia, nuestros caminos no son los de Dios. Esto es así porque Dios nos ama y amar es exigir lo mejor del amado. Dejémonos hoy interpelar por el Evangelio. ¡Feliz Domingo!