Pablo revela un “misterio” divino: el endurecimiento parcial de Israel durará hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles. Luego, “todo Israel será salvo”, cumpliéndose así la promesa profética de Dios de quitar la impiedad y perdonar los pecados de su pueblo. Este plan manifiesta tanto la soberanía de Dios como su fidelidad al pacto.