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Sin los suministros ni provisiones, un ejército jamás podría enfrentar a su adversario. Los soldados necesitan comida, y ¿cómo podrían enfrentar al enemigo estando débiles? Dependen de los suministros que les hagan llegar. Nosotros como creyentes estamos en una batalla espiritual, y ocurre lo mismo que con los soldados que están en combate. Nuestra batalla es contra un adversario que ya fue derrotado en el calvario, pero que insiste en pelear. Y una de las formas que ha atacado en el tiempo presente es a través de la sexualidad del hombre. Lo que Dios creó correcto, el pecado vino a deformarlo. Sabemos que estamos en este mundo caído y que todos somos avasallados en este mundo, con una sexualidad caída y distorsionada. Pero no estamos desprovistos de la gracia de Dios para enfrentar toda esta locura sexual que se está viviendo. Dios no nos ha dejado sin suministros, para que podamos enfrentar cada tropiezo, cada pecado.