Tenemos una ilusión de individualidad, que nos lleva a pensar que nuestro pecado solo nos afecta a nosotros en el plano personal, y que no afecta a nadie más. Algo que deja claro esta historia del libro de Josué en el capítulo 7, es que respecto a Dios, respecto al reino de Dios y a la Iglesia, nuestro pecado sí afecta a otros, a la comunidad completa.