Oración:
Señor de la vida, hoy rezo por mi familia, sabiendo que tú la creaste para bendecir a esta generación. Que mi casa sea un hogar, que sea un refugio, un lugar donde emane esperanza, fe y amor en abundancia, que mi matrimonio muestre mi vida como ésta debiera ser, una vida de compromiso fiel, el compromiso fiel que hay en tu corazón para nosotros, que al estar juntos, no solo lo estemos el uno al lado de otro, sino que podamos vivir en unidad mirando los mismos objetivos, buscando las mismas metas, que esa unidad nos traiga sosiego, que crezcamos para ser mejores el uno inspirado por el otro y que soñemos mejores tiempos en esa unidad, que nos perdonemos los agravios porque somos débiles tal como tú nos perdonas y nos cobijas, que nuestros hijos aprendan a creer en el amor genuino, en la fidelidad a toda prueba y en la comunión de las almas al vernos hacer a nosotros al matrimonio, que nuestras palabras en ellas halla vida, que nuestras miradas halla fascinación el uno por el otro, que nuestros en labios halla siempre una canción, en nuestros pies una danza y en nuestras manos abundante provisión, en tus brazos nos arrullamos, y en tu ternura como familia nos acurrucamos porque tú eres el creador de la familia porque tú nos pensaste desde la eternidad y oro en manera particular por aquel padre o madre que está formando su familia solo, sola; sin un cónyuge a su lado. Tú eres el Dios de las viudas y los huérfanos. Tú eres el cónyuge más fiel que existe, el compañero más constante, el proveedor a todas nuestras necesidades, consuela a las viudas. Tengo amigas que hoy han perdido a sus cónyuges, consuélales de manera muy particular. Que sus hijos en orfandad puedan encontrar en ti el padre que siempre quisieron tener. Gracias porque todo lo llenas, porque todo satisfaces, porque todo le das sentido, propósito incluso a nuestras lágrima. Que podamos ser como Abraham, que en medio de estos tiempos de pandemia, de pérdida, de certidumbre podamos vernos y ver a nuestras familias con tus ojos, que nos harás una bendición y harás famoso nuestro nombre, no por nuestros logros académicos o financieros, sino por cómo nos amamos y prodigamos ternura y compasión, perdón los unos a los otros, recibimos todo esto en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Que así sea.