En el fascinante mundo de la política, donde las paradojas y contradicciones son moneda corriente, nos encontramos con un episodio digno de análisis: la inauguración solemne de la XV legislatura, presidida por el Jefe del Estado, el rey Felipe VI, y con la destacada figura de la presidenta del Congreso, la socialista Francina Armengol. Sin embargo, lo que debería haber sido un acto protocolario se convirtió en el escenario de una nueva entrega de la tragicomedia política.