En un mundo donde el público se vuelve tan amplio y cada vez más exigente de recibir grandes cantidades de contenido, es común que las personas dedicas al arte se ahoguen. Es común ver cómo fotográfos se interesan más en que sus capturas tengan mayor likes en Instagram. Como escritores luchan para que sus blogs sean compartidos. Como muchísimas bandas de música se ven clasificadas por sus escuchas en Spotify. Y así podríamos continuar. Sin embargo, si el artista superpone la popularidad y aceptación a la expresión de su arte mismo ¿No perderíamos lo más valioso de éste?
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