SUMISIÓN A DIOS.
Pese a nuestra conversión a Cristo, es difícil mostrar una actitud humilde ante las personas que nos rodean y menos ante Dios. Pues todavía nos dejamos controlar por nuestros impulsos de imponer nuestra voluntad sobre la voluntad de otros. El deseo de someternos voluntariamente a los deseos de otros, no es algo que esté en nuestro interior, y mucho menos la de someternos a la voluntad de Dios para nuestra vida. Por eso cuando nos sobreviene alguna aflicción, nos renegamos con Dios y lo reprochamos. Esta actitud no es adecuada para nosotros como seguidores de Cristo, ya que nuestro Señor se sometió voluntariamente a la voluntad de su Padre y fue a la cruz a entregar su vida, sin ninguna clase de reproches. Si Cristo es nuestro Señor, debemos tener su misma actitud, debemos ser humildes y someternos a la voluntad de Dios para nuestras vidas, ya que la voluntad de Dios siempre será lo mejor para nuestras vidas. Y recuerde: para la humildad no hay ninguna ley. Gálatas 5:23.