UN CORAZÓN ENDURECIDO
La necedad es algo que nos caracteriza a la mayoría de personas, ya que no aprendemos de los errores que cometemos, ni tampoco de sus consecuencias. Por eso pese al sufrimiento o al dolor que experimentamos como consecuencia de nuestros errores, una y otra vez los volvemos a cometer, pareciese que nos gusta sufrir en vano. Si fuésemos listos y no tercos, aprenderíamos de nuestros errores a la primera y evitaríamos el sufrir en vano. Cuando nos revelamos contra Dios, Él nos envía una diciplina, esperando que abandonemos definitivamente nuestra rebeldía y caminemos fielmente en conformidad a su voluntad. Pero debido a nuestra necedad, pese a las diciplinas que Dios nos envía, no nos apartamos definitivamente de nuestra rebeldía, sino que persistimos en ella, sin importarnos que nos vuelva a disciplinar. Esta necedad se debe a que tenemos un corazón endurecido y nuestra vieja naturaleza, sigue teniendo el control de nuestras vidas, porque nuestra confesión de fe, no fue genuina. Sofonías 3:7.