Alguien me preguntó una vez de dónde surgía la idea para escribir un relato. Si te interesa, la cuestión se planteó en el contexto descrito en la introducción del episodio 28: «Lujos, es decir, en la prisión de Villena. Mi respuesta fue que cada uno tiene una génesis diferente, pero que muchos de ellos surgen de una frase: «Me encontré con Claudio», «Amanda oye voces», «No sé si estos pies son míos o de otro»…), alguno de un sueño (propio o ajeno, como «El orfanato») y muchos provienen de un hecho real que, con frecuencia, no alcanza ni la categoría de anécdota. Este es el caso de «Almendras garrapiñadas». Paseando un día por la calle Maisonnave en Alicante, sentí el penetrante aroma de esa golosina. Pensé que alguna criatura inocente la estaría comiendo, pero cuando identifiqué su origen, resultó ser el exhalado por una mujer de las denominadas «fatales». Inevitablemente, al llegar a casa, tenía ya en mente el relato que estás a punto de escuchar.
