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Mientras observamos la progresión de la fe de Abraham, me ha sorprendido el amor de este hombre por Dios y su fe en el Señor. No es de extrañar que Pablo use a Abraham como el ejemplo supremo para probar que la salvación se logra por la fe y no por las obras de la ley.

Estos últimos versículos del capítulo cuatro nos enseñan la verdad de que no podemos depender de guardar la Ley para salvarnos. No podemos depender de nuestras buenas obras para salvarnos. No podemos depender de la circuncisión salvar nuestras almas. El punto de Pablo aquí, como lo ha sido a lo largo de este capítulo, es que la salvación es posible por la fe.

En un esfuerzo por enseñarnos cómo funciona la fe, Pablo recordará uno de los milagros más grandes de toda la Biblia. Me refiero al nacimiento de Isaac. ¿Qué hace que su nacimiento sea tan especial? Bueno, su padre tenía casi 100 años y su madre 90 cuando nació. El Libro de los Récords de Guinness, nos dice que la madre de mayor edad registrada es Ruth Alice Kistler, quien dio a luz una niña a la edad de 57 años. También existe un informe de una mujer llamada Ellen Ellis, de la que se dijo que, en 1776, ella tenía 72 años cuando nación su hijo. Sin embargo, en comparación con Sara, la esposa de Abraham, estas mujeres parecen adolescentes.

A lo largo de este capítulo, Pablo ha estado apelando a la fe de Abraham para probar su punto de que los hombres son salvos por la fe. Ahora, nos va a decir qué tipo de fe tenía Abraham. Era una fe en la promesa del nacimiento de Isaac. Era simplemente fe en lo que Dios decía. ¡Todo se redujo a la fe en Dios que trajo la salvación a Abraham!

Hay lecciones que podemos aprender de esta historia acerca de Abraham. Por lo tanto, mientras terminamos este cuarto capítulo de Romanos, dediquemos un tiempo a hablar la fe de Abraham.