De ser el hermano de a cambiar para su imagen y la de un club condenado a vivir en estado de inestabilidad permanente. Diego empezó como un jugador poco contundente, fue creciendo a pasos cortos, pero concretos y llegó a su Everest en la final de la Champions de 2010 cuando hizo los dos goles con los que ganó Inter. A su vuelta al pais comandó a Racing, adentro y afuera de la cancha para ganar tres títulos y convertirlo en un club donde hoy se respira en clave positiva.