Martin y Rocka se pierden en el absurdo conjunto de Salvador Dalí y el gran cineasta francés Quentin Dupieux. Un proyecto ideal llevado adelante de la forma más auténticamente poco ortodoxa posible. Quizas una de las propuestas menos serias e intensamente entretenidas del director que se dio a conocer en 2010 con Rubber: la ¿comedia dramática? surrealista centrada en un neumático asesino con poderes mentales.