Él se me vino al galope, en un alazán que no le conocía. Después el alazán se alzó en dos patas y se desapareció y mi hermano también se desapareció. Yo hacía tiempo que lo venía llamando a él y él no venía. Lo llamaba y no lo encontraba. Y ayer me fui al monte y vino y me habló como antes, pero al oído.