Voltaire. El perro y el caballo.
Zadig había comprobado que el primer mes de matrimonio es la luna de miel y el segundo la luna de hiel. Así que, tras repudiar a Azora, se dedicó al estudio de la naturaleza, retirándose a una casa de campo a orillas del Éufrates.
Un día, paseándose por un bosquecillo, vio correr hacia él a un eunuco de la reina, seguido de varios oficiales que parecían presas de la mayor inquietud, y que corrían de acá para allá como hombres extraviados.
_Joven _le preguntó el eunuco, ¿no habéis visto al perro de la reina?
_Es una perra, no un perro _respondió Zadig.
_Tenéis razón, es una perra _asintió el eunuco.
_Una perra podenca muy pequeña _añadió Zadig_. Ha tenido perritos hace poco; cojea de la pata izquierd