La perspectiva amplía nuestro horizonte, recordándonos que existen múltiples formas de ver una situación. El enfoque, por su parte, nos enseña que la claridad y la determinación son clave para alcanzar nuestros objetivos. Combinar una perspectiva abierta con un enfoque definido nos guía hacia soluciones más efectivas en la vida y en los desafíos que enfrentamos.