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FURCAS
Por José Iván Cardona Gómez
“Jóvenes inexpertos, burlones y necios, ¿hasta cuándo amarán la inexperiencia, y hallarán placer en sus burlas, y despreciarán el saber?” Prv 1, 22
Erik deseaba ascender en su trabajo, necesitaba ganar más dinero para cubrir los gastos de la renta, alimentación y ayudar a su familia que se encontraba en situación de pobreza, pero se daba cuenta que en el entramado corporativo no siempre funcionaba tener buena formación académica o dar el mejor desempeño, el dueño de la compañía evitaba saludarlo y cuando se veía obligado a darle la mano en alguna reunión, lo hacía con repulsión y desgana.
Erik había intentado influir en sus superiores haciendo un buen trabajo, haciendo horas extras no remuneradas y aportando nuevas ideas, pero nada de eso parecía funcionar, para colmo sus compañeros de trabajo hacían comentarios sobre él a sus espaldas, escondían sus documentos y se burlaban de sus esfuerzos infructuosos.
Erik asistía a misa los días miércoles y domingos, rezaba el rosario todas las noches y los días jueves ayunaba, esa era la costumbre que había heredado de su abuela y su madre, no perdía la esperanza de que ocurriera un milagro en su vida.
Su amigo Henrry se había dedicado a narrar cuentos en lugares públicos ya que se sentía frustrado con el ejercicio de la profesión, malos pagos, malos tratos y el deterioro de su salud mental lo habían alejado del mundo de las empresas y los empleos formales.
Los dos amigos se encontraban cuando podían para conversar, beber algún licor y compartir un cigarrillo de marihuana, era un momento de tranquilidad para ambos.
Erik encontró en las redes sociales a un personaje que ofrecía hacer pactos con seres espirituales para alcanzar los sueño y las metas propuestas, Erik se sumergió en los videos y audios de este personaje, lo estudió por semanas y aunque le daba miedo, quería intentarlo y probar suerte.
Su amigo Henrry al saber de esto le advirtió que podría ser un vendedor de humo, un estafador de esos que se aprovechan de las personas desesperadas, Erik igual le dijo que quería intentarlo, su amigo Henrry le advirtió que podría ser algo peor, que podría terminar haciendo tratos con entidades espirituales poco amigables y engañosas, pero Erik le dijo que quería tomar el riesgo, que estaba cansado de sembrar en tierra árida, su amigo solo le dijo “Toxico mariposa” esta era una expresión que Henry había aprendido de un anciano cuando fue hospitalizado en un hospital de salud mental por problemas de ansiedad y depresión, expresión que hacía referencia a que algo podía salir muy mal.
Erik decidió contactar al hombre de las redes sociales y todo parecía muy simple, al hacerle la transferencia de dinero el hombre le envió el siguiente mensaje: “Entra en el reino de Furcas, el sabio espectral, donde las sombras bailan para revelar el camino de la iluminación. En su abrazo arcano, el conocimiento es la clave para desbloquear el potencial ilimitado de la mente” y le indicó que debía elaborar cuidadosamente el Sello de Furcas en un lugar donde se sintiera seguro, llevar una ofrenda de respeto que incluyera incienso, velas y un libro como símbolo de gusto por el saber, todo esto debía hacerse a oscuras iluminado solo con la luz tenue de una vela, preferiblemente en el piso, totalmente concentrado para después decir la siguiente Invocación: "Oh, Poderoso Furcas, Gran Caballero de la Sabiduría, invoco tu profunda perspicacia y guía. Ilumina mi camino con tu profundo conocimiento y despeja mis incertidumbres con tu astuto juicio. Mientras camino por este camino de descubrimiento, sé mi faro, guiándome a través de las complejidades de la vida y los misterios del universo". Pidakoku Konimai Furcas Tanoku Kuma
Erik hizo todo al pie de la letra, pero no ocurrió nada, solo sintió bastante frio así que se abrigó y tomó una bebida caliente.
Al día siguiente en su lugar de trabajo todo transcurrió normalmente, Erik trabajaba en una de sus propuestas para su je