La enfermedad nos cuestiona, nos quiere decir algo, nos quiere hacer ver algo que no queríamos ver, nos invita a relacionarnos de una manera distinta con el entorno y con las demás personas.
La enfermedad nos lleva a hacernos responsables de nuestra vida, de nuestra salud, de nuestro cuidado.
La enfermedad nos cuestiona existencialmente y nos invita a explorar la espiritualidad y la trascendencia.