Jesús utiliza la figura del buen pastor para señalar un contraste entre la base de su ministerio y la falsedad de los dirigentes judíos. Los fariseos se han presentado de una manera hostil hacia Jesús, haciéndose ver como los pastores del pueblo. En este capítulo Jesús se presenta como el cumplimiento de la profecía de Ezequiel 34:23: “Yo levantaré sobre ellas un solo pastor, mi siervo David; y él las apacentará. Él las apacentará y así será su pastor.”
Jesús resalta la importancia de esta tradición que era conocida para ellos. El pastor es la misma puerta. Y mientras las ovejas tengan ese pastor habrá un cuidado y una protección exhaustiva. Ninguna oveja debería sentirse desprotegida, descuidada, desamparada y sin importancia para su pastor.
La descripción de la conducta de las ovejas es fiel y común y marca una relación importante. La oveja no se distingue por su comportamiento hacia las demás ovejas, la oveja se sabe oveja por su relación, obediencia y confianza hacia su pastor. Es decir, la relación con tu entorno, con los demás no me garantiza que eres oveja de Dios; la relación con Dios es lo que garantiza que eres su oveja y esta relación modifica la manera en la que intervienes en tu entorno.
Únicamente Jesús nos puede hacer ver el contraste. Tu vida sin Cristo es una vida de muerte y destrucción, cualquier voz que no sea la de Cristo te llevará a esa muerte y destrucción eterna; pero necesitas acceder a él, si Cristo es la voz que escuchas y obedeces debes haber entrado por la puerta a la salvación que es el. No hay obediencia a Dios sin ese acceso que es Cristo, no hay vida eterna fuera de Cristo, no hay obediencia a Dios fuera de Cristo. La necesidad primordial de todo ser humano es la salvación por medio de Cristo.