En mi camino he encontrado a muchos con el mismo concepto y hasta con la misma filosofía. No puedo negarlo, confieso que hasta hace unos años atrás, yo también formaba parte de esa gran mayoría que incluso yo he sido parte de toda esa masa crítica que, con el sueño por delante, siempre hemos estado rezándole a la vida para que nos ayude a modificar nuestra realidad, esperando un valioso milagro para que, con éste, podamos alcanzar sobrenaturalmente cualquiera de nuestros objetivos.
De lo que casi no nos percatamos, es de los condicionantes que casi siempre cada uno se impone, atribuyéndonos la potestad que para que exista algún mínimo cambio que refleje mejores y mayores beneficios a futuro y en cualquier área en la cual nos desenvolvamos, primero y, ante todo, deberán estar sobre la mesa nuestras reglas y disposiciones.
